Llega un momento
en que ni siquiera la almohada consuela.
Te mueves sin encontrar lugar para ti en la cama
– ¿o será en el mundo? –
y caen las sábanas
y tienes sed
y estás en vela de madrugada
y mañana será otro día
– o eso pensabas –
pero mañana no era otro día.
Sólo tenía un nombre diferente
para los mismos problemas.
Me gusta mucho el final: “Sólo tenía un nombre diferente / para los mismos problemas”.
By: Buentes on noviembre 4, 2008
at 12:28 pm
Como siempre magnífico, ejemplo a seguir sin duda.
Y es que los problemas con el tiempo no pasan, como mucho se hacen más grandes y complicados.
By: kiram on noviembre 4, 2008
at 9:44 pm