Triste es el cariñar
y hermoso también
el recuerdo de unos labios rojos
que me vinieron a ver,
cuando enfermo de amor
mis ojos se posaron
en la rama de un gran árbol.
Pegado a la ventana la veo agitarse por el viento,
oigo sus lamentos y con ella me estremezco,
busco una palabra que pueda ser consuelo
a tanto dolor y escondite de anhelos
que suben por la espalda y duermen mi cerebro
creo que nunca morirán en mí estos sentimientos,
no sé que hacer y me revuelvo entre las sábanas
cuando estoy junto a ella no me salen las palabras.
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