Resulta extraño verte de nuevo,
después de tanto tiempo
muerto, como la piedra y el cielo
y la sencillez de los cuadernos
en los que un día escribí
lo mucho que te amaba,
pretérito imperfecto,
como nuestro amor.
Muerto, como quién fui,
el amanecer es un nuevo nacimiento
mío y del sol
y de Dios en mí
y de ti en mí,
como todas las cosas.
Mañana me daré cuenta de nuevo de
que se ha acabado el champú
o alguien se lo ha llevado
– supongo que será lo segundo –
y cuando termine de ducharme
nadie me llamará
– como siempre –
pues yo nunca fui llamado por nadie,
siempre caminé solo,
siempre
anduve como la luna
sola y brillante
por la luz de otros
– ¿o acaso tengo luz propia? –
envidio las luces de neón,
todo el mundo las mira,
atraen todas las miradas,
son más atractivas, más cercanas…
pero yo me quedaré con la luna,
a un lado, semioculto…
hasta que tú me mires
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