A veces las cosas no son como quisiéramos
y buscamos culpables
¿tú? ¿yo? ¿el mundo? ¿los otros?
Nadie lo sabe, pero
culpar no cuesta nada
y es un desahogo.
Y Es lo fácil
¿para qué plantearnos responsabilidades?
¿por qué examinar nuestra conciencia?
Nos lo impide nuestra lógica y nuestra inteligencia,
cegadas por el ego,
por eso nosotros nunca estamos mal,
es el mundo quién lo está.
Y así, vivimos en lamentos
de quejas y lágrimas
de cosas que se nos escapan
por su complejidad
y nuestra ignorancia
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