Todo llega a su fin
antes de darnos cuenta
miramos hacia atrás,
cerramos la puerta
y nos echamos a la mar.
Mi barco es esa puerta cerrada y rota
y mi mar las ganas de llorar
o las lágrimas que ya he llorado.
Yo soy mi único problema,
y soy también
el problema de los demás
y su preocupación.
No debería hacer lo que estoy haciendo,
porque ellos piensan que no debería hacerlo
y eso me llena
de tristeza y remordimiento.
¿cuando me libraré de esas cadenas?
¿cuando dictaré mi propia condena?
Yo, acusado y juez, sin nadie más,
sin nada que ocultar,
pero sin juicio final, sólo
un juicio fatal
de contricción y lágrimas
que me lleva adonde nadie quiere,
adonde me llevan los demás
cada vez que oigo sus palabras.
Muy chulo Pablo
By: Lucía on septiembre 13, 2009
at 12:43 pm
A veces las cadenas nos las ponemos nosotros mismos. A veces, somos nosotros los que nos ponemos una venda en los ojos.
Eso ya lo sabes, así que espero que no sea tu caso… si lo es ¿a qué esperas para librarte de todo?
By: xarleen on octubre 2, 2009
at 12:39 pm